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Foto del escritorAry Cornell

Escuelas de oficios: un puente entre la universidad y la salida laboral


Hace 200 años, llegar a las casas de estudios superiores era un privilegio para los hijos de las familias más pudientes. En 1918, la Reforma Universitaria introdujo cambios esenciales como la libertad de cátedra, la autonomía y el cogobierno de docentes graduados y estudiantes. Pero hacía falta seguir avanzando en conquistas. En 1949, se sumaría la gratuidad de la enseñanza y más tarde el acceso libre. Fue un largo proceso de democratización que permitió que hijos e hijas de trabajadores también pudieran acceder a un título universitario. Los golpes militares causaron un intenso daño también para la educación superior, mediante la censura, la represión y las desapariciones. Por eso, la reapertura democrática de 1983 implicó también un renacer de las universidades y sus proyectos. Con el tiempo, las sedes se diversificaron y aparecieron nuevos desafíos. En los últimos años, una discusión comenzó a tomar cada vez más fuerza. ¿Cómo se puede llegar a todo el entramado social? ¿Cómo hacer para contemplar los intereses de las personas que no quieren estudiar una carrera de grado, o que no pueden hacerlo, no solo por falta de tiempo, sino también por los costos que acarrea cursar una carrera? ¿Cómo fomentar la profesionalización de las comunidades al mismo tiempo que se busca dar solución a la problemática laboral?


Para dar respuesta a esas demandas, una veintena de universidades públicas cuenta con Escuelas de Oficios y talleres de Formación Profesional. El objetivo en común de estas iniciativas es que las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad social y/o necesiten una salida laboral rápida puedan capacitarse y obtener una certificación universitaria que las ayude a conseguir un empleo digno en su zona de residencia.


Cada día son más las universidades nacionales que, en lugar de esperar la llegada de los y las estudiantes, se mueven hacia los barrios para fomentar el aprendizaje de diversos oficios. En la actualidad, más de veinte casas de estudios superiores participan activamente de la enseñanza de oficios e integran la Red Nacional de Universidades de Gestión Pública Formadoras en Oficios. En esa lista se encuentran las universidades nacionales de La Plata (UNLP), Córdoba (UNC), Lanús (UNLa), Lomas de Zamora (UNLZ), Santiago del Estero (UNSE), Hurlingham (UNAHUR), Catamarca (UNCA), Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), San Martín (UNSAM) y San Luis (UNSL), y la Universidad Provincial de Oficios “Eva Perón” de San Luis (UPRO). La Red también está conformada por las universidades nacionales de Rio Cuarto (UNRC), Tucumán (UNT), Cuyo (UNCUYO), La Rioja (UNLaR), Buenos Aires (UBA), Quilmes (UNQ), Avellaneda (UNDAV), el Noroeste (UNNOBA) y Arturo Jauretche (UNAJ), la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y la Universidad Provincial del Sudeste (UPSO).


El caso de la UNLP es significativo: fue la primera en desarrollar una Escuela Universitaria de Oficios (EUO) en 2008. Su director, Sergio Serrichio, que también encabeza la Red Nacional de Universidades de Gestión Pública Formadoras en Oficios, vio pasar en estos años a miles de jóvenes por esa escuela, estudiantes que “llegaron con pocas esperanzas”, pero “lograron salir habiendo conseguido un trabajo digno a partir de lo que habían estudiado”. La EUO tiene una sede en la calle 60 y 130, pero como su propuesta plantea una enseñanza descentralizada, los cursos también se dictan en los barrios Romero, Villa Elisa, Gonnet, Los Hornos, San Carlos, Villa Elvira o Altos de San Lorenzo. “Nosotros apuntamos a un perfil de gente que tiene una gran vulnerabilidad social, que ha dejado de estudiar, que no tiene trabajo, que tiene un trabajo en negro o no registrado. La idea de la escuela, y de la universidad, es poder darle oportunidades a esas personas que no tienen la posibilidad por otros medios, porque acá es totalmente gratuito hacer cursos que en otro lado son muy caros”, explicó Serrichio al Suplemento Universidad.


El director de la escuela de la UNLP detalló que las clases se dividen en dos formatos: el “inclusivo” y el “abierto”. El primero consta de cursos teórico-prácticos en distintas sedes de la ciudad y está dirigido “a personas más desfavorecidas”, mientras que el segundo propone clases teóricas a las que puede acceder cualquier estudiante que ingrese al aula virtual de la institución. Para los 25 cursos que están disponibles en 2022, el formato inclusivo ya cuenta con más de 4300 inscriptos, mientras que el curso virtual supera los 14 mil. “Nuestra propuesta está basada en la experiencia de un primer trabajo, que suele darse entre los 16 y los 30 años, pero las edades están de acuerdo al rubro elegido”, remarcó.

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